Diversos estudios han confirmado la eficacia del ajo para la prevención y el tratamiento de una gran variedad de enfermedades, reconociendo y validando sus usos tradicionales.
Aunque el mecanismo involucrado aún no está claro, el ajo también tiene una función anti-fatiga pues tiene muchos efectos biológicos y farmacológicos favorables. En estudios con animales, se ha demostrado que el ajo promueve la resistencia al ejercicio. Sin embargo, las diferentes metodologías al utilizar el ajo han dado como consecuencia diferentes resultados en el efecto anti-fatiga. La forma más favorable de procesamiento ha demostrado ser la extracción de ajo crudo seguido por su añejamiento natural durante un largo período en una mezcla agua-etanol.
En estudios con humanos, se ha confirmado que el ajo produce una mejora en las personas con fatiga física o sistemática por resfriado o por causas indefinidas. Esto sugiere que el ajo puede resolver la fatiga a través de una variedad de acciones.
El ejercicio disminuye las reservas de glucógeno en hígado y músculos, lo que lleva a una falta de suministro de energía o de oxígeno a los músculos, y por lo tanto, induce a la fatiga muscular. En una prueba de esfuerzo en banda o caminadora, los sujetos ingirieron aceite de ajo en forma de cuatro cápsulas dos veces al día durante 6 semanas. El ajo redujo significativamente la frecuencia cardiaca durante el ejercicio y redujo significativamente la carga de trabajo, resultando en una mejor tolerancia al ejercicio en comparación con la prueba inicial.
Recientemente, se han realizado intentos para medir la intensidad de la fatiga de forma objetiva y cuantitativa utilizando biomarcadores. La evidencia actual sugiere que el ajo puede ser un agente anti-fatiga prometedor y que otros estudios para aclarar su aplicación son necesarios.